Al momento de comprar zapatillas deportivas, es poca la conciencia que en general se tiene sobre qué tipo de zapatilla debe adquirirse. El factor al que más se recurre frecuentemente es la amortiguación del pie, cuestión que popularizaron y marketearon bien las “zapatillas con aire”. Sin embargo, el tipo de pisada no está especificado y se desconoce los efectos que puede tener el uso de una zapatilla determinada para un tipo de pie y entrenamiento particulares. Con la evolución del diseño de indumentaria deportiva orientada al fitness, se ha logrado poner sobre la mesa la discusión sobre cómo la pisada influye en el deporte, el daño que puede provocar un equipamiento inadecuado y sus consecuencias. Algunas marcas masivas del deporte, que suelen ser importantes sponsors de los eventos de running más importantes de Chile, han tomado cartas en el asunto para que el deportista amateur tome conciencia sobre su fisonomía y adquiera zapatillas construidas para su tipo de pie.
En general, los pies tienen dos tipos de pisadas: la supinadora y la pronadora. Si revisas zapatillas desgastadas y ves que en la parte delantera del pie hay un mayor desgaste hacia el exterior, eres un supinador. En este caso, el empleo de zapatillas que no estén hechas para esta pisada aumenta el riesgo de lesionarte la rodilla y el tobillo. En cambio, si el desgaste se da en la parte interior del pie en la parte delantera y en el exterior del talón, eres un pronador. Los llamados “pies planos” son sobrepronadores, los que necesitan suelas de doble densidad con apoyos más firmes y control de movimiento, sobre todo si pesas más de 70 kilos. Esto evitará malas posturas que puedan tornarse crónicas y la sensación de falta de equilibrio.
¿Cómo te definirías tú? ¿Conoces cuál es tu pisada?