La primavera ya se instala en nuestro hemisferio y, con ella, se comienza a reconfigurar nuestra dieta. Las altas temperaturas nos remiten directamente a comer más “fresco”, sin embargo, para mantener una alimentación saludable y obtener una fuente sana de proteínas y carbohidratos, las legumbres pueden ser una opción que debiese considerarse durante todo el año. La clave está en la forma en que se cocinen, procurando siempre que los nutrientes que mantengan intactos, pero que no provoquen efectos molestos en el cuerpo. Cocciones largas a fuego lento aseguran que las legumbres conserven todas sus cualidades, mientras que “secretos” como el agregar bicarbonato de sodio a las preparaciones, perjudican a vitaminas como la B1, que regula el ánimo.
Porotos, lentejas y garbanzos, en general, tienen un valor calórico de 300 calorías por cada 100 gramos. A pesar de que a priori se vea como un alto índice calórico, lo cierto es que ese aporte energético es completamente limpio y con índices glicémicos muy bajos. Por lo tanto, eliminarlas de la dieta es un error. Además de provocar sensación de saciedad, las legumbres proveen de una dosis de energía muy beneficiosa para el metabolismo, ya que no tienen ningún tipo de grasas asociadas. Es por esto que, en formato de ensaladas, hamburguesas veganas (como el caso de las lentejas o porotos) o dips (como en el caso del humus), las legumbres pueden ser unas excelentes aliadas para la época estival, sin tener la excusa de evitarlas a causa de sus típicas preparaciones en guisos calientes.
¿Cómo consumirías las legumbres durante la primavera y el verano?